Datos personales

Mi lista de blogs

martes, 29 de diciembre de 2009


El viento me revolvia el pelo. La ventanilla del coche un poco bajada, y el aire entrando y alborotando.
ya se que para viajar, no hacen falta pasaportes, ni grandes destinos, ni dias por delante
esta tarde, en tu coche
viajaba
de un estado de animo a otro, de algo que me agobiaba a liberarme
los semaforos nos hacian parar, pero yo seguia yendome... contigo

lunes, 21 de diciembre de 2009


Regalame el instante en que me miras , parate ahi, y piensame.
Piensame seriamente. Trata de entenderme. De saber los porques.
Te lo hago facil, tan facil...
Ni uno solo de los momentos que compartimos estan vacios.
Yo no puedo pedirte. No quiero pedirte.
Y tu me estas dando
me regalas tu escudo, para guardarlo con mis armaduras, las que habia ajustado tanto.
me besas, con tus palabras, con tus manos, con tus labios, con tus ojos, y me enseñas a besarte así
me escuchas, y haces que mis palabras busquen tu sonrisa, tu complicidad, tu curiosidad o tu deseo, y mis palabras ganan cuando son para ti
me cuentas, historias de la historia o la tuya. Cómo eres cuando no estoy contigo, cuando trabajas o cuando eras el loco que ahora sólo asoma, al que sonrío.
vas dibujando en mi, como yo en ti.
No somos los que se conocieron ya. Has calado en lo que yo era y lo estás transformando. He cambiado alguno de tus planes, alguno de tus jamás por algún contigo,
se me olvidan los no cuando estoy contigo.
Se me olvida quien era, cuando no era contigo.

viernes, 18 de diciembre de 2009



Gioconda Belli - No me arrepiento de nada


Desde la mujer que soy,
a veces me da por contemplar
aquellas que pude haber sido;
las mujeres primorosas,
hacendosas, buenas esposas,
dechado de virtudes,
que deseara mi madre.
No sé por qué
la vida entera he pasado
rebelándome contra ellas.
Odio sus amenazas en mi cuerpo.
La culpa que sus vidas impecables,
por extraño maleficio,
me inspiran.
Reniego de sus buenos oficios;
de los llantos a escondidas del esposo,
del pudor de su desnudez
bajo la planchada y almidonada ropa interior.
Estas mujeres, sin embargo,
me miran desde el interior de los espejos,
levantan su dedo acusador
y, a veces, cedo a sus miradas de reproche
y quiero ganarme la aceptación universal,
ser la "niña buena", la "mujer decente"
la Gioconda irreprochable.
Sacarme diez en conducta
con el partido, el estado, las amistades,
mi familia, mis hijos y todos los demás seres
que abundantes pueblan este mundo nuestro.
En esta contradicción inevitable
entre lo que debió haber sido y lo que es,
he librado numerosas batallas mortales,
batallas a mordiscos de ellas contra mí
-ellas habitando en mí queriendo ser yo misma-
transgrediendo maternos mandamientos,
desgarro adolorida y a trompicones
a las mujeres internas
que, desde la infancia, me retuercen los ojos
porque no quepo en el molde perfecto de sus sueños,
porque me atrevo a ser esta loca, falible, tierna y vulnerable,
que se enamora como alma en pena
de causas justas, hombres hermosos,
y palabras juguetonas.
Porque, de adulta, me atreví a vivir la niñez vedada,
e hice el amor sobre escritorios
-en horas de oficina-
y rompí lazos inviolables
y me atreví a gozar
el cuerpo sano y sinuoso
con que los genes de todos mis ancestros
me dotaron.
No culpo a nadie. Más bien les agradezco los dones.
No me arrepiento de nada, como dijo la Edith Piaf.
Pero en los pozos oscuros en que me hundo,
cuando, en las mañanas, no más abrir los ojos,
siento las lágrimas pujando;
veo a esas otras mujeres esperando en el vestíbulo,
blandiendo condenas contra mi felicidad.
Impertérritas niñas buenas me circundan
y danzan sus canciones infantiles contra mí
contra esta mujer
hecha y derecha,
plena.
Esta mujer de pechos en pecho
y caderas anchas
que, por mi madre y contra ella,
me gusta ser.